lunes, 4 de enero de 2010

2.1.3 Maternidad responsable


A medida que crece la vitalidad, fuerza, equilibrio y movilidad de mi bebé, voy ganando millas a la comprensión de la aplastante realidad que llega con la maternidad. Una ya puede ser una mujer independiente, activa y emprendedora, con miles de cosas que hacer, sueños, negocios y mega proyectos, que su bebé se encarga de acompañarla suave e indefectiblemente hacia una cotidianidad rotunda y a la vez liviana. Recoger chiches, hacer papillas y limpiar plátanos aplastados, puré de brócoli y restos de galletas diseminados por todos lados. Lavar y doblar ropa lilipiputiense y barrer esquinas donde escarban diez dedos regordetes y diminutos cuando una se ha despistado. Apenas queda tiempo para el aseo cotidiano, el beso de las buenas noches, la lectura veloz de mails atrasados. Entre teta y teta, leo diarios caducados, vislumbro algunas frases de un libro empezado haces meses. Mi maternidad responsable e instintiva me tiene cautivada, feliz y estupefacta, lo admito, unos minutos antes de caer rendida.

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